sábado, octubre 21, 2006

NUESTRA PORTADA

LA MISIÓN, DE CERCA O LEJOS, RESPONSABILIDAD DE TODOS
En este mes, en el que la Iglesia nos invita a orar por la evangelización de los pueblos a través de la experiencia del "Octubre Misionero", reflexionemos sobre la importancia de asumir nuestro propio proceso de renovación y evangelización PDRE.

ENTREVISTA A MONSEÑOR LIBARDO RAMIREZ G.
Tribunales Eclesiásticos, Matrimonio y Familia


El 23 de octubre:
Visita de las Reliquias de Santa Margarita María Alacoque

EDITORIAL

EVANGELIZACION Y TEJIDO SOCIAL

Reflexionar sobre la realidad de nuestro departamento, puede no ser un ejercicio agradable. Sin embargo, estudiarla de cerca puede ayudarnos a vislumbrar -entre el caos- las soluciones a muchas de las problemáticas que nos aquejan.

La realidad de nuestro Atlántico es un cuadro de "luces y sombras". Por un lado son notorios los avances en cuanto al comercio, la construcción, y el desarrollo de ciudad; por otro, una silenciosa llaga amenaza con destruir todo lo que hoy nos hace sentir seguros.

Violencia, desplazamiento de familias enteras que quedan sumidas en la miseria y la pobreza; robos que van desde el dinero en efectivo hasta pedazos de cables, tubos o cualquier metal mostrando con ello un grado de desesperación; narcotráfico, paramilitarismo, violaciones, guerrillas, divorcios... Todo evidencia la destrucción de lo que conocemos como el "tejido social".

Pero, ¿qué es el tejido social? La palabra "tejido", usada en el contexto de las confecciones y la salud, ha adquirido en los últimos años una nueva acepción en el campo de la sociología. Hoy se habla del tejido social como una metáfora que expresa el ideal de lo que debe ser la sociedad humana.

Ahora bien, hablar de la "destrucción del tejido social", es referirse a todas las situaciones que desestabilizan ese estado ideal de las sociedades humanas. En efecto, del mismo modo en que biológicamente se presenta la destrucción de los tejidos a causa de enfermedades graves que van acabando con las células del organismo, las complejas circunstancias de pobreza, violencia y miseria, enferman y destruyen paulatinamente las estructuras esenciales sobre las que se construye la sociedad misma.

Ante una realidad de semejantes proporciones, las soluciones parecen no ser muchas, pero las pocas que existen pueden ser efectivas, en mayor o menor grado, dependiendo de múltiples variables. La más importante, el compromiso de cada miembro de la sociedad en la solución de sus problemáticas comunes. La pregunta sería entonces, ¿cómo sensibilizar a quienes hacen parte de esta sociedad para que juntos asuman un compromiso por el cambio?

La Iglesia se ha esforzado desde siempre por dar una respuesta a esta inquietud de las sociedades humanas, y lo ha hecho -principalmente- a través de un esfuerzo mancomunado por llevar a todos los hombres la buena noticia, la gracia de la evangelización. El evangelio de Jesús, devuelve al ser humano su dignidad de "Hijo de Dios y, por ende, le compromete en la construcción de un mundo más justo.

Fiel a la enseñanza de su Señor, la Iglesia sabe que los males del mundo brotan del corazón del hombre. Por eso, a través de procesos prologados de evangelización -como el que se adelanta en nuestra Arquidiócesis- pretende reconstruir ese tejido social que el pecado ha desecho casi por completo.

ROSTROS DE LA MISIÓN

LA FAMILIA, UNA URGENCIA HOY

Nuestra invitada de hoy es Mayra Caballero de Restrepo, una administradora de empresas, casada y madre de tres hijos; una mujer que en lo cotidiano ha aprendido a ver la presencia de un Dios que se manifiesta en lo simple, en las cosas sencillas.

Un día decide estudiar administración de empresas, y luego de terminar su carrera, graduarse y ejercerla por algún tiempo en el sector financiero, inicia en su vida una nueva etapa, un nuevo camino que le llevaría hasta lo que hoy día es: una orientadora familiar especializada en familia y terapia familiar sistémica, miembro de la Fundación Nuestra Casa, y una de los tres conductores del programa radial "Despierta Familia" de la Comisión Arquidiocesana de Pastoral familiar, que se emite a nivel regional por la emisora Minuto de Dios y en cobertura nacional a través de Radio María. Para Mayra, trabajar por la defensa y la preservación de la familia es una de las experiencias más enriquecedoras de su vida.

Cuando recién "cruzaba" esa nueva puerta que se le abría hacia el trabajo con las familias, sus primeros pasos fueron desde la Fundación Nuestra Casa, y luego llegaría su vinculación a una de las subcomisiones de pastoral familiar.

Al respecto Mayra comenta: "Fui invitada por la subcomisión de comunicaciones de la Pastoral Familiar de la Arquidiócesis de Barranquilla, a un programa de radio: "Despierta Familia" y luego asistí como suplente de uno de los conductores que por motivos de viaje, no podía asistir a la grabación del programa. La experiencia fue tan interesante y valiosa para mí, que cuando me preguntaron si quería continuar en el programa no lo pensé dos veces; y aquí estoy, un año y medio después, contenta y muy agradecida con Dios por esta oportunidad de ayudar a tantas familias a través de la radio".

RESPETEMOS LAS DIFERENCIAS, QUEREMOS SER HERMANOS

EL VENDEDOR DE GLOBOS

Una vez había una gran fiesta en un pueblo. Había venido de lejos todo un circo, con payasos y equilibristas, con animales amaestrados y domadores que divertían a todos. También se había acercado hasta el pueblo toda clase de vendedores, que ofrecían golosinas, alimentos, juguetes...

Entre todas esas personas había un vendedor de globos. Los tenía de todos los colores y formas. Sin embargo, eran pocas las personas que se acercaban a mirarlos, y menos aún los que pedían para comprar algunos.

Pero se trataba de un vendedor muy "creativo". Por eso, en un momento en que toda la gente estaba ocupada en curiosear y detenerse, hizo algo extraño. Tomó uno de sus mejores globos y lo soltó. El globo comenzó a elevarse rápidamente y pronto estuvo por encima de todo lo que había en la plaza. El sol radiante de la mañana iluminaba aquel globo que trepaba y trepaba rumbo al cielo, cunado un niño gritó: "¡Mira mamá, un globo!"

Inmediatamente fueron varios más que lo vieron y lo señalaron a sus chicos o a sus más cercanos. Para entonces, el vendedor ya había soltado un nuevo globo de otro color y tamaño mucho más grande. Esto hizo que prácticamente todo el mundo dejara de mirar lo que estaba haciendo, y se pusiera a contemplar aquel sencillo y magnífico espectáculo de ver cómo un globo perseguía al otro en su subida al cielo.

Con esto consiguió que un grupo de niños pequeños lo rodeara y pidiera a gritos que su papá o mamá le comprara un globo como aquellos que estaban subiendo y subiendo. Al gastar gratuitamente algunos de sus mejores globos, consiguió que la gente le valorara todos los que aún le quedaban y que eran muchos. Porque realmente tenía globos de todas formas, tamaños y colores. En poco tiempo ya eran muchísimos los niños que se paseaban con ellos, y hasta había alguno que imitando lo que viera, había dejado que el suyo trepara en libertad por el aire.

Estaba cerca un niño negro con dos lagrimones en los ojos, mirando con tristeza todo aquello. Parecía como si una honda angustia se hubiera apoderado de él. El vendedor, que era un buen hombre, se dio cuenta de ello y llamándolo le ofreció un globo. El pequeño movió la cabeza negativamente y se rehusó a tomarlo. "Te lo regalo", le dijo el hombre con cariño, insistiéndole para que lo tomara.

Pero el niño negro, con dos grandes ojos tristes, hizo nuevamente un ademán negativo rehusando aceptar lo que se le estaba ofreciendo. Extrañado el buen hombre le preguntó al pequeño qué era entonces lo que lo entristecía. Y el negrito le contestó, en forma de pregunta: "Señor, si usted suelta ese globo negro que tiene ahí, ¿será que sube tan alto como los otros globos de colores?"

Entonces, el vendedor tomo un hermoso globo negro y desatándolo se lo entregó al pequeño, mientras le decía: "¡Compruébalo tú mismo!". Con ansiedad y esperanza, el niño soltó lo que había recibido, y su alegría fue inmensa al ver que también el suyo trepaba velozmente, lo mismo que habían hecho los demás globos. El vendedor, mirándolo a los ojos, le dijo con cariño: "Lo que hace subir a los globos no es la forma ni el color, sino lo que tienen dentro".

EUCARISTIA, UNA OFRENDA QUE SE TRANSFORMA

Por JUAN ÁVILA ESTRADA, Pbro.
San Carlos Borromeo y Padre Nuestro

Como cristianos católicos siempre hemos creído que la Eucaristía es el acto de adoración más sublime y perfecto que el hombre puede tributar a Dios. Ella está por encima de todas las devociones populares, los sacrificios, ayunos y demás manifestaciones espirituales que persona alguna pueda ofrecer al Señor.

La Eucaristía no es "mi" ofrecimiento a Dios Padre, sino el ofrecimiento de su propio Hijo Jesucristo que se hace presente en el altar para transformar nuestra vida.

Es innegable que ella, a muchos católicos, no le dice nada ni opera nada en su vida; salen tal y como entraron, les parece una acción sin sentido, "repetición de la repetidera"; no entienden sus signos, tal vez porque les importa más la forma que el contenido; creen que sólo los gritos espontáneos y la repetición de "¡Aleluyas, gloria a Dios y amén!" es lo que únicamente agrada al Padre celestial. Da la sensación que un gran número piensa que vale más lo que cada uno pueda darle al Señor que la propia entrega de Cristo, su oblación en el altar al Padre por amor a nosotros.

¿Qué hace falta en la Eucaristía para que ella adquiera todo su significado y transforme la vida? La palabra clave en esta pregunta está en la "transformación".

Vamos por partes. Cuando leemos el evangelio nos damos cuenta que la totalidad de milagros realizados por Jesús fueron producto de una especie de ofrenda de parte del hombre que el Señor después transformaría. Veamos: el milagro de las bodas de Caná se produjo porque Jesús transformó lo que el hombre le dio: agua; el milagro de la multiplicación se produjo por la transformación que hizo el Señor de lo que aquel jovencito le ofreció: cinco panes y dos peces; el milagro de las curaciones se hizo posible gracias a que cada uno de los enfermos ofreció su propia fe y eso fue suficiente para transformar la vida; el milagro de la conversión de Zaqueo se dio luego de que ofreció su casa y su mesa a Jesús y él transformó aquel acto en salvación, etc. Por el contrario, cuando nada había que ofrecer nada pasaba. Ejemplo de ello es el joven rico que no es capaz de dar sus bienes a los pobres y no es posible entonces su transformación en un hombre feliz, por el contrario, se marcha triste.

Miremos ahora: ¿por qué se transforma el pan y el vino en Cuerpo y Sangre de Cristo? Sólo porque se ofrecen. Pan que no se ofrece, aunque esté a un lado del altar, permanece siendo pan. Lo poco que cada uno da a Dios, él lo convierte en algo sublime y perfecto. Aquí es donde adquieren sentido cosas como recoger la ofrenda justo en el momento del ofertorio o pasar a depositar la bolsita de mercado para regalar a los pobres de la comunidad. Todo es un ofrecimiento que se transforma, Dios todo lo transforma; en él todas las cosas se hacen nuevas.

Que la Eucaristía de hoy no diga nada a muchos es producto de una actitud egoísta en la que nada queremos ofrecer pues en ocasiones sólo vamos a pedir en vez de dar. Pero, ¿qué es este dar? No se trata de dinero, no se trata de cosas; es el ofrecimiento de lo que usted tenga. ¿Tiene problemas? ¿Tristezas? ¿Depresión? ¿Alegría? Todo esto preséntelo en el altar al momento de ofrecer el pan y el vino y el Señor se encargará de transformarlo todo para su gloria y para su bien.

Sin duda la Eucaristía es toda ella transformante, es toda santificante. Imagínese: si Dios, por la fuerza de su Espíritu, es capaz de transformar un insignificante pedazo de pan y un poco de uva fermentada en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, qué no hará con cada cosa que usted le ofrezca. ¿No tiene nada? Entonces ofrézcale su vida, sus manos vacías, su corazón y verá lo que él es capaz de hacer.

Finalmente, no llegue a la celebración de la Eucaristía sin nada que ofrecer. Empiece este ejercicio cada domingo y se dará cuenta cuánto milagro hay en cada celebración de la misa.

RELIQUIAS DE SANTA MARGARITA MARIA DE ALACOQUE

El 23 de octubre:
Visita de las Reliquias de Santa Margarita María Alacoque

En lunes 23 de octubre nuestra Arquidiócesis recibirá la vista de las reliquias (restos mortales) de una de las más grandes santas de la Iglesia: Santa Margarita María Alacoque. Para quienes no la conozcan, y quieran entender la magnitud de este acontecimiento en nuestra Iglesia particular de Barranquilla, Margarita María fue la que recibió, en el año de 1673, con tan sólo 26 años, las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús.

Barranquilla será la primera ciudad de Colombia y la única de la Costa Atlántica a la que llegarán las reliquias. Éstas, estarán luego en otras diez ciudades de nuestro país.

Luego de su llegada al aeropuerto Ernesto Cortissoz, la comitiva que tare las reliquias -integrada por miembros de la Comunidad, se dirigirán a la iglesia que con el nombre de Margarita María de Alacoque se levanta en el barrio Las Margaritas del municipio de Soledad. Seguidamente, en caravana, las reliquias llegarán para su veneración a la Catedral Metropolitana.

Ciertamente, no es la primera vez que unas "reliquias" llegan de visita a nuestro país, incluso a nuestra arquidiócesis; ya el año pasado recibimos las reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús. Para muchos, estas vistas se han convertido en auténticos momentos de gracia; para otros, en cambio, no ha significado mayor cosa, y no faltan los que ven con sospecha y cierta resistencia el culto a las reliquias.

Lo primero que hay que tener claro es que una reliquia es un objeto asociado a un santo (o a una persona considerada santa, pero que aun no ha sido canonizada). Existen tres tipos o grados de reliquias: el primero, de las reliquias que son fragmentos de su cuerpo; el segundo, fragmentos de su ropa o de algo que el santo usaba durante su vida (rosario, Biblia, cruz, etc.); también objetos asociados con el sufrimiento de un mártir; y, por último, el tercer grado, cualquier objeto que ha sido tocado con una reliquia de primer grado o con la tumba de un santo.

APROBACIÓN DE LA IGLESIA
Desde el Concilio de Trento, la Iglesia aprobó -formalmente- la veneración de reliquias auténticas. El Código de Derecho Canónico, en los cánones 1190 y 1237, ofrece tres lineamientos básicos respecto a las reliquias: Primero, "Está terminantemente prohibido vender reliquias sagradas. Segundo, "Las reliquias insignes, así como aquellas otras que gozan de gran veneración del pueblo, no pueden en modo alguno enajenarse válidamente o trasladarse a perpetuidad sin licencia de la Sede Apostólica". Tercero, "Debe observarse la antigua tradición de colocar bajo el altar fijo reliquias de mártires o de otros santos, según las normas litúrgicas".

A LA LUZ DE LA PALABRA
Es fundamental, en cuanto a la veneración de reliquias, recurrir a las fuentes bíblicas para comprender mejor su sentido. Textos como el de la mujer enferma que acudió a Jesús y tocó su manto, pueden ayudarnos mucho: "habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: "Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré." Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal." (Marcos 5,27-29). Ella no tocó el manto por su valor en sí mismo, sino por tocar a Jesús. De la misma forma, tocamos las reliquias y las veneramos no por ellas mismas sino por el santo al que representan.

Dios puede concedernos milagros por intercesión de los santos, pero mas importante es acercarnos a los santos para inspirarnos en sus vidas e imitarlos con el deseo de también nosotros vivir en santidad y llegar al cielo. Dios continúa hoy haciendo milagros y se deleita de hacer muchos de ellos por la intercesión de sus santos. Encontrarse ante una reliquia puede ayudarnos a meditar sobre el santo como una persona real, que vivió nuestras luchas en la tierra y está ahora en el cielo.

LA MISION, DE CERCA O LEJOS, RESPONSABILIDAD DE TODOS

En este mes, en el que la Iglesia nos invita a orar por la evangelización de los pueblos a través de la experiencia del "Octubre Misionero", reflexionemos sobre la importancia de asumir nuestro propio proceso de evangelización y renovación.

Sucede todo el tiempo. Siempre que escuchamos de "orar o trabajar por las misiones", en lo primero que pensamos es en los misioneros que trabajan en territorios totalmente descristianizados, en países en los que existe una marcada persecución al cristianismo o que padecen pobreza extrema. En resumen, existe una idea generalizada de que la misión está avanzando "allá afuera", lejos de nuestras familias, empresas y ciudades.

Ese es el "imaginario colectivo", lo que muchos de nosotros hemos llegado a creer o a pensar sobre la misión. Y aunque no podría decirse que esta percepción es incorrecta, lo que sí podemos decir es que es imprecisa. El concepto y la realidad sobre lo que es el trabajo misionero de la Iglesia, de hecho la misión misma, va mucho más allá.

¿QUÉ ES LA MISIÓN?
Definir en una sola palabra lo que es verdaderamente la misión, no es tan complicado. Misión es igual a evangelización. Lo que quiere decir que la Iglesia vive, se extiende y adquiere su razón de ser de la misión que su Señor le ha dado: "Id anunciad a todas la gentes..."

Cuando aun era cardenal, Joseph Ratzinger, en una conferencia pronunciada en el Congreso de Catequistas y Profesores de Religión realizada en Roma, en el 2000, señalaba: "La Iglesia evangeliza siempre y nunca ha interrumpido el camino de la evangelización. Cada día celebra el misterio eucarístico, administra los sacramentos, anuncia la palabra de vida, la palabra de Dios, y se compromete en favor de la justicia y la caridad. Y esta evangelización produce fruto: da luz y alegría; da el camino de la vida a numerosas personas".

En pocas palabras, la Iglesia siempre debe estar en estado de misión. Hasta la consumación del tiempo, siempre existirá la urgencia de evangelizar, lejos o cerca; a quien vive en la región remota, o a quien habita bajo nuestro techo, todos necesitan escuchar la buena noticia, el Evangelio de Jesús.

Ahora bien, este perenne estado de misión, de evangelización en y desde la Iglesia, es acentuado periódicamente por el Espíritu Santo, que como lo afirmaba el Cardenal Suenens, "hace circular periódicamente corrientes de Gracia que fecundan y dan nueva vida a la Iglesia". De estas efusiones del Espíritu brota el dinamismo misionero que hace extender la buena nueva de la redención en todo tiempo, con nuevos métodos, lenguajes y formas para el hombre de cada momento histórico.

En la citada conferencia, el entonces Cardenal Ratzinger, añade al respecto: "Por eso buscamos, además de la evangelización permanente, nunca interrumpida y que no se debe interrumpir nunca, una nueva evangelización, capaz de lograr que la escuche ese mundo que no tiene acceso a la evangelización "clásica". Todos necesitan el Evangelio. El Evangelio está destinado a todos y no sólo a un grupo determinado, y por eso debemos buscar nuevos caminos para llevar el Evangelio a todos".

Estos "nuevos caminos" son -al interior de la miles de iglesias particulares en el mundo- verdaderos momentos de Gracia. Espacios en los que el "Sí" generoso de los creyentes desencadena verdaderas transformaciones que franquean los umbrales de la Iglesia. Es casi como una explosión de vida que hace nuevas todas las cosas. Esto ha sido una constante en la historia de la Iglesia, y sólo si comprendemos está dinámica que existe dentro de ella, podremos entender lo que es la "misión".

Teniendo esto claro, no podemos encerrar o reducir la experiencia de la misión en la Iglesia a lugares y tiempos. No existen territorios de misión, al menos no en el sentido profundo de lo que ello significa. Cada una de nuestras familias, barrios y ciudades son los primeros sitios a los que la buena noticia de la evangelización debe llegar, todos estos espacios vitales son nuestros verdaderos campos de misión, en los que este dinamismo será más o menos visible dependiendo de la respuesta libre y voluntaria de cada uno.

Esta acción del Espíritu, alma y motor de la evangelización, nos conduce a una renovación profunda y a un redescubrimiento progresivo de la riqueza bautismal. En efecto, si somos hijos de Dios por el bautismo, somos también partícipes de su afán por la salvación de todos sus hijos, de modo que "todo el que crea en Él, no perezca, sino que tenga vida eterna". Nadie que se llame cristianos, puede serlo realmente si permanece indiferente ante el alejamiento de sus hermanos.

Este ser concientes de nuestra condición de hijos de Dios, nos lleva a anunciar la buena noticia -que nosotros mismos recibimos al interior de la Iglesia- a todos nuestros hermanos; nos convertimos entonces en misioneros de la Palabra; enviados a proclamar -con la vida - "lo que hemos visto y oído".

En nuestra propia Arquidiócesis, en nuestras unidades pastorales, en cada célula, núcleo y asamblea familiar, debemos asumir nuestra condición de misioneros; todos -por el bautismo- hacemos parte de la Iglesia; de ella compartimos todo: su llamado a servir, a ser en medio del mundo instrumento de comunión... sólo así llegamos a ser verdaderos discípulos.

Nuestra Iglesia, gracias al bautismo, es una comunidad de sacerdotes, profetas y reyes, y todo proceso de misión apunta a que redescubramos esta verdad esencial de la Iglesia. Como ya lo hemos mencionado, nuestro celo misionero estará condicionado al grado de conciencia que tengamos sobre nuestro propio bautismo.

ARQUIDIÓCESIS DE BARRANQUILLA EN ESTADO DE MISIÓN
Cuando en el año 2000, en el marco del gran Jubileo, iniciaba la experiencia de la "Misión Arquidiocesana" como motor del "Proceso de Renovación y Evangelización" (PDRE) en nuestra Arquidiócesis, se presentó -para todos nosotros- la gran oportunidad de pasar de ese concepto abstracto sobre lo que es ser católico, a una experiencia concreta y más aterrizada de la vivencia de la fe.

Nuestras unidades pastorales se fueron llenando de "rostros nuevos", profesionales, amas de casa, niños, jóvenes... Todos fueron llegando poco a poco, y se encontraron con una Iglesia que les acogía y les consideraba importantes. ¿Cuántas personas han cambiado -literalmente- su vida a raíz de este proceso de evangelización? Muchos.

En la misión que hemos iniciado, un proyecto que sin duda supera en mucho nuestras fuerzas, somos testigos de la fuerza de Dios en medio de los débiles. Gran cantidad de agentes de pastoral, sin mayores talentos humanos, hoy lideran verdaderos procesos de evangelización en los que son más que evidentes los frutos de la acción del Espíritu.

El camino que aún nos queda por recorrer es extenso, pero debe animarnos la certeza de que hoy vamos haciendo caminos que otros seguirán. Nuestro empeño y compromiso hará posible que muchos retornen a la Iglesia; nuestro sí, está garantizando un mejor futuro para todos.

ORANDO EN LA URBE

ORACIÓN PARA LA CIUDAD

"La ciudad representa uno de los lugares privilegiados para el encuentro del hombre con Dios: Dios mora en la ciudad y la ciudad está santificada por su presencia, consolada y regocijada por su Señor. ¡Levanta, en medio de la ciudad, los brazos de la alabanza y de intercesión! ¿Deseas anticipar el cielo? El cielo es una ciudad." (Pierre Marie Delfieux, Un Camino Monástico en la Ciudad)

Por ROGER VARGAS CHOLES
Asistente de Redacción Kairós
www.miroforas.podomatic.com
rogervch@yahoo.com

El padre Willy es un sacerdote de origen latino que vive en Estados Unidos desde hace varios años y es el conductor de un programa que se transmite por el canal católico EWTN y Radio Católica Mundial. En mi opinión, su propuesta es excelente; y lo digo porque este singular sacerdote ha sabido conjugar el humor, la espiritualidad y la idoneidad profesional, en un programa que hoy día registra uno de los más altos niveles de sintonía entre el público hispano.

Les cuento esto porque, en una de las emisiones de su programa, el padre Willy contaba la historia real de una mujer que tuvo en la sala de su casa, durante 20 años, y sin saberlo, un cuadro original de Picasso. La mujer obtuvo el cuadro después de que su papá y sus tíos se repartieran las pertenencias de su abuelo cuando éste murió. Un día, esta mujer recibió la visita de un sacerdote que sabía mucho de arte y que al ver el cuadro en la sala se sorprendió de la calidad de lo que él suponía era una reproducción de una pintura original de Picasso que se había perdido varias décadas atrás. Su sorpresa fue aún mayor cuando, al analizar detalladamente la pintura, pudo darse cuenta de que no se trataba de una simple copia, y aunque no estaba seguro, pidió a la dueña del cuadro su permiso para estudiar la pintura con equipos profesionales, a lo que la señora accedió gustosamente. Dos semanas después el sacerdote volvió a visitarla y le confirmó su sospecha: el cuadro era original y estaba avaluado en varios millones de dólares.

Obviamente la noticia tomó por sorpresa a la afortunada mujer, pero quizá lo que más le impresionaba era que ese cuadro nunca le había gustado y que por respeto a su papá, quien se lo regaló, no se pudo deshacer de él.

Para el tema del que hablaremos en este artículo de "Orando de la Urbe", la historia que les acabo de contar es una excelente introducción.

LA RIQUEZA DE LO SIMPLE
A veces, en nuestro afán de probar y buscar cosas nuevas, damos la espalda a lo que en verdad es importante y que -paradójicamente- resulta ser lo más sencillo, lo simple. A propósito de esto, la oración -en la experiencia y la vida del hombre de hoy- es una de esas realidades que más golpea el afán de novedad. La gente hoy día está dispuesta a probarlo todo: meditación trascendental, yoga, prácticas nueva era; al tiempo que va abandonando la eucaristía, la confesión, el sano uso de sacramentales, entre muchas otras prácticas litúrgicas y de piedad. Nos asombraría saber el número de los que abandonan su fe por "abrazar" supersticiones y ritos esotéricos, o lo que es peor, fusionar ambas realidades: fe y esoterismo.

Pero no es la oración -al menos no en un contexto general- el tema que en esta ocasión abordaré. La verdad es que, aprovechando el hecho de que octubre es considerado tradicionalmente como el "mes del Rosario", me ha parecido bien hablar sobre este tesoro "desconocido" y aún no valorado suficientemente.

Respecto al Rosario, nos pasa como la señora que tenía el cuadro de Picasso. Tenemos un perla preciosa en nuestras manos, ante nuestros ojos, y permanecemos en una indiferencia total. Nos vamos detrás de novedades y olvidamos que la fe no es cuestión de modas o tendencias.

Sin embargo, el Rosario -una de las oraciones que más simplicidad poseen- malentendido por unos, menospreciado por otros, y despreciado -aunque parezca crudo- por muchos más, es una oración ideal para el cristiano de hoy.

Inmerso en la prisa y el stress, el creyente puede encontrar en esta bella oración, la paz que a veces pierde con los afanes de cada día. Cada ave maría, rezada con fe, nos introduce lentamente en el misterio del "Dios hecho hombre". Por eso, más que una oración dirigida a la Virgen María, el rosario es una profunda contemplación del amor de Dios manifestado en Cristo. Ahora bien, para poder rezar el rosario como se debe, demos sumergirnos en las fuentes de la oración cristiana.

APRENDER A REZAR DESDE LAS FUENTES
En el desarrollo de su lenguaje, los niños aprenden a hablar fluidamente sólo después de un lento proceso de apropiación de palabras y significados. Sin este primer paso no puede haber desarrollo adecuado del lenguaje. En la oración sucede lo mismo, aprendemos a orar verdaderamente luego de un acercamiento conciente y asiduo a las fuentes de la oración: la Palabra de Dios, la liturgia y la sana piedad.

Continuará...

PARROQUIAS: AYER Y HOY DE LA FE

PARROQUIA SAN JUAN BAUTISTA "EL PRECURSOR"
Una Iglesia de todos y para todos

Por Julio Giraldo
Periodista

"Silencio en la noche, ya todo está en calma". Así dice un viejo tango de Carlos Gardel. Las frases de esta canción, podemos aplicarlas al barrio El Silencio, protagonista de la presente crónica.

"El silencio", calmado, tranquilo, alejado de bares, cantinas y discotecas, ya que ninguna de estas tres modalidades ha tenido la aceptación de los moradores del sector, en su mayoría son pensionados del Estado y de grandes y prestigiosas empresas particulares. Son familias que aprendieron a vivir en auténtica comunidad. Todos se conocen, se sirven mutuamente y mantienen su barrio como una tacita de plata; sus pequeñas calles aseadas continuamente, no por las empresas prestadoras del servicio de aseo sino por ellos mismos, lo que nos prueba que cuando cada habitante de un barrio hace lo que le corresponde hacer, su barrio se convierte en un modelo.

LA PARROQUIA
La historia de la parroquia comienza cuando en el año 1970, se empiezan a construir las primeras casas y comienzan a llegar las familias a las cuales les fueron adjudicadas las viviendas. Eran familias distinguidas, con grandes atributos morales y religiosos, lo que permitió que prontamente pensaran en tener un templo católico y, por supuesto, que fuera declarado como parroquia.

Ya para la época se encontraba en el nuevo barrio, la religiosa Blanca González, fundadora de la comunidad Hermanas de la Sociedad de Cristo, quien trabajó, junto con los habitantes de este sector, de día y de noche, hasta concretar el proyecto que comenzó en un gran lote que donó el Instituto de Crédito Territorial. Era un terreno en donde los antiguos moradores del sector jugaban fútbol, béisbol y bola de trapo.

La hermana Blanca González, quien era arquitecta por tradición familiar, elaboró los planos del templo y rápidamente colocaron la primera piedra, bendecida por el padre Miguel Ángel Alzate (hoy retirado de su ministerio). Mientras se acondicionaba, dentro de la construcción, un sitio para la celebración de la Eucaristía, éstas se celebraban en el convento de las hermanas de la Sociedad de Cristo, muy apreciadas por todos los habitantes del barrio, ya que su contribución al crecimiento espiritual, cultural y educativo ha sido fundamental para las familias y sus nuevas generaciones.

El 30 de septiembre de 1974, monseñor Germán Villa Gaviria firma el decreto 361 mediante el cual se crea la nueva parroquia bajo la advocación de San Juan Bautista "el Precursor". Así, con todos los visos legales, se inicia el trabajo pastoral de construir una excelente comunidad y, con ella, comenzar la construcción del templo y la casa cural, trabajo que inició el padre Alzate con unos feligreses bien motivados que se organizaron y a base de rifas, bingos, festivales y toda clase de actividades, se unieron con el objetivo de sacar adelante su parroquia de la mano de todos los sacerdotes que, por la gracia de Dios, fueron sus guías espirituales.

Ellos son en su orden los siguientes sacerdotes: José Carvajal, Álvaro Romero, Claudio Blanco Malabet, Carlos Arturo Rocha Blanco, Juan de Jesús Serna, Limbal Romero, Luís Enrique Tamayo, Augusto José Ovalle. Cada uno de estos sacerdotes ha dejado gratos y lindos recuerdos en el corazón de la feligresía. Al padre Claudio Blanco lo recuerdan por su especial estilo de evangelizar; a monseñor Carlos Arturo Rocha le dedicaron una placa de agradecimiento en la entrada del templo y a monseñor Luís Enrique Tamayo lo recuerdan por su honestidad y obras realizadas. Hay que destacar que esta comunidad, hasta el momento, ha aportado a la Arquidiócesis 3 sacerdotes: William Díaz Muñoz, Javier Díaz Muñoz y Limbal Romero Tache. Este es un indicador indiscutible de la calidad de gente que habita en el barrio y del gran trabajo pastoral de los sacerdotes que han orientado la parte espiritual.

LA PARROQUIA HOY
Al frente de la parroquia se encuentra hoy Fidel Iglesias, joven y dinámico sacerdote que a su llegada al barrio hizo todo un estudio de la situación de su parroquia. Vio sus necesidades más urgentes, conversó con los grupos de apostolado que son numerosos, realizó una evaluación de todo el trabajo realizado por los anteriores sacerdotes, y su sorpresa fue grande: se encontraba frente a una comunidad excepcional. Una comunidad de esas donde no hay que llamar a nadie a trabajar porque abundan obreros para la mies. En la actualidad las instalaciones parroquiales, aunque son amplias y decorosas, son insuficientes para albergar la cantidad de grupos que se reúnen para planificar su trabajo pastoral y para profundizar en su fe por medio de los continuos cursos, seminarios y charlas que diariamente se dan. Bajo la dirección espiritual del padre Fidel, se ha logrado dar asistencia caritativa a muchos niños y adultos pobres, especialmente de los barrios Mequejo y Villa Adela. Igualmente, embellecer el templo y su casa cural, y se tiene en proyecto la construcción de una amplia zona verde y de recreación alrededor del templo que permita a los fieles tener un sitio en donde puedan compartir y descansar mientras entran a los oficios litúrgicos.

Una característica muy especial de la parroquia es la gran cantidad de niños y jóvenes que están vinculados a la acción pastoral. Para ésta pastoral de niños y jóvenes, el padre Fidel celebra misas especiales para ellos en donde cantos, plegarias y oraciones tienen el ritmo y dinámica de la juventud. Igualmente para que niños y jóvenes entiendan que ser cristianos no es alejarse de la realidad y cotidianidad de la vida, su párroco, vestido con traje deportivo, los acompaña sábados y domingos en un campeonato de bola de trapo y fútbol que les organizó y en el cual la participación es numerosa. Los niños después de cada partido, se quitan sus prendas deportivas y visten sus vistosas túnicas de monaguillos para asistir al sacerdote en las eucaristías.

Así, con niños y jóvenes, adultos y adultos mayores, la parroquia de San Juan Bautista del barrio el Silencio, sigue creciendo no solamente en el campo espiritual, sino también en lo económico, en lo familiar, en lo cultural, en lo político y en todos los campos en donde el hombre se debe mover para alcanzar sus objetivos de ser más como ser humano, para llegar a la perfección que es el encuentro definitivo con Dios.

AMÓS, PROFETA DE LA JUSTICIA SOCIAL

Amós, Pastor de Tecoa (Amós 1,1) predicó por el 750 a.C. El pueblo de Dios estaba entonces dividido en dos reinos: al norte, el de Israel con sus capitales en Samaria y Betel; el rey era Jeroboan II. Al sur, el de Judá con la capital en Jerusalén; el rey era Ozías.

Amós era el mayoral de los ganados del rey en Tecoa (a 8 kilómetros de Belén, ciudad donde nacería Jesús). Nació en el reino de Judá, pero sería profeta de Dios en el reino de Israel, al norte.

Amós, que visitaba con frecuencia la corte real de Jeroboán II para tratar de negocios, se dio cuenta enseguida de lo que ocurría en la capital: ¡Qué lujo! Observó también las caravanas de viajeros con que tropezaba en el camino. Amós se sintió desanimado por lo que vio. ¡Todo estaba podrido!

Algunos comerciantes eran injustos: engañaban a la gente y cobraban precios exorbitantes. Los ricos abusaban de los pobres y llegaban a tener varias casas decoradas con madera preciosa, mientras que los pobres carecían de cobijo. Las damas de Samaria pasaban horas tumbadas en divanes y cojines de seda. Sólo pensaban en comer y beber con sus maridos.

Amós era un hombre del campo a quien el Señor llamó para defender la verdad y la justicia; hablaba fuerte contra los defraudadores y explotadores (Amós 8, 4-5): "Escuchen esto los que pisotean al pobre y quieren suprimir a los humildes de la tierra... disminuir la medida y aumentar el precio, falsificando balanza..."

Amigo(a) lector(a), ¿no cree usted que estas denuncias del profeta son una cruda realidad de injusticia que aun hoy se vive a diario en nuestro bello y amado país? El profeta exhorta a buscar el bien, no el mal (Amós 5, 14) Aborreced el mal, amad el bien (Amós 5, 15)

LA MISIÓN DEL PROFETA
El profeta es un hombre al servicio de la palabra y la verdad. El profeta anuncia, denuncia y renuncia. Anuncia un mensaje de Dios al pueblo. Denuncia el pecado, la injusticia y todo aquello que se contrapone a la verdad, al mensaje del reino y a la Palabra de Dios. En cuanto a la renuncia, el profeta no se deja sobornar, ni comprar su conciencia; no cede ante la tentación del dinero, poder, comodidades, etc.

Amós, además de ser un profeta que denuncia el mal y pregona la justicia, plantea unos datos interesantes. Por ejemplo, cita a Jeroboan II, rey de Israel del año 743, habla también de un terremoto (Amós 1,1). Con este dato del terremoto Amós está atestiguando por excavaciones arqueológicas de Jasor en la alta Galilea que habrían tenido lugar a mediados del Siglo VIII a.C., según Za 14, 5.

Es importante aclarar que no se trata de una simple indicación cronológica: los editores del libro, responsables de esta noticia, vieron en él sin duda una manifestación divina que venía a confirmar el mensaje de Amós (cfr. Amós 9, 5. Salmo 75, 4. Miqueas 1, 4)

El libro contiene 9 capítulos y se divide en cuatro bloques, así: primero, juicio de las naciones limítrofes de Israel y del mismo Israel (capítulos 1 y 2); segundo, amonestaciones y amenazas a Israel (capítulos 3, 4, 5 y 6); tercero, las visiones (capítulos 7, 8, 9, 1-10), y cuarto, perspectivas de restauración y de fecundidad paradisíaca (capítulos 9, 11-15).

Amós denuncia también a los traficantes que se aprovechan de las fiestas religiosas para explotar la miseria del pueblo.

¡Qué pena que se encuentren tan pocos profetas del temple de Amós, que se atrevan a denunciar tanto en el tercer mundo como entre nosotros el lujo desenfrenado de unos cuantos privilegiados al lado de la terrible miseria de millones de hombres explotados! Por eso el Papa Juan Pablo II se atrevió a decir que sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social.

EL RINCON DE PABLITO

Está cerca el "Día de los Angelitos"

Estamos contentísimos porque ya se acerca una de las celebraciones que más nos gustan: "el día de los angelitos". Si se acuerdan, en las últimas ediciones de kairós hemos hablado sobre la importancia de nuestros amigos los ángeles; y ahora que faltan tan poquitos días queremos invitarles a que se acerquen a su parroquia y pregunten por las actividades que se realizarán para esta importante fecha.

¡Ah! y recuerden la gran celebración que tendremos el lunes festivo 6 de noviembre, en la Plaza de la Paz, será nuestra gran fiesta del "Día de los Angelitos". Díganles a sus papás que los lleven. La vamos a pasar genial.

OLGUITA INFORMA

» Encuentro del Decanato de San Pablo
Hoy les tengo unas fotos que me enviaron nuestros amigos del comité infantil de las Parroquias San Carlos Borromeo y Padre Nuestro. Hace poco ellos realizaron un encuentro con los niños del Decanato de San Pablo. Este encuentro se hizo para que todos nuestros amiguitos, que participan en las parroquias de esta parte de la ciudad, descubrieran el gran valor de la amistad.

» Campeonato de bola de trapo
Esta noticia es de esas que entusiasman a Pablito. Les hablo del campeonato de bola e´trapo que el padre Fidel Iglesias, de la Unidad Pastoral San Juan Bautista -en barrio El Silencio-, organizó hace pocos días. Me cuentan que los niños de esta parroquia están contentísimos.

GUILLO, EL MONAGUILLO
Hola amiguitos del "Rincón de Pablito" los saluda Guillo.

Los Sacramentos
La liturgia la celebramos por medio de los sacramentos. ¿Qué son? La palabra sacramento quiere decir signo. Es lo más profundo que se expresa a través de los sentidos. Por ejemplo, un regalito que recibimos es signo del amor que nos tiene una persona. Decimos que Jesús es el sacramento de Dios, porque nos mostró su amor y entrega hasta la muerte y resurrección. Cuando celebramos los sacramentos recibimos una gracia especial, lo que significa que Dios comienza a vivir en nosotros.

Pregúntale a tus papitos cuál fue el primer sacramento que recibiste y cuántos son. En el próximo Kairós empezaremos a conocerlos y aprenderemos qué gracia nos concede el Señor en cada uno de ellos.

Chao!

miércoles, octubre 11, 2006

NUESTRA PORTADA

LA GRACIA DE SER PRESBITERO
La vocación a un amor absoluto

RECLAME AFICHE
Reclame con este ejemplar de Kairós el afiche sobre el valor del mes. ¡Aprovéchelo al máximo! Colóquelo en esos espacios que permitan la sensibilización de todos.

ATREVETE A DESCUBRIR TU VERDADERA VOCACION
Del 17 al 23 de septiembre se realizó en nuestra Arquidiócesis la Segunda Semana Vocacional del año 2006. La iniciativa contó con una interesante campaña publicitaria de alto impacto entre los jóvenes.

EDITORIAL

¿QUE DECIR ANTE EL DOLOR DE LAS TRAGEDIAS?

La Iglesia, que nutre su experiencia a la luz del evangelio, nos ha enseñado que cada acontecimiento -sea feliz o triste- debe ser leído e interpretado para el crecimiento de nuestra fe y para que nuestros pasos siempre estén en una búsqueda constante de Dios. Así las cosas, no podemos dejar pasar ni un solo detalle de lo que acontece en nuestra vida diaria, puesto que, en la experiencia humana que se hilvana entre lágrimas y sonrisas, el gran amor de Dios hacia todos nosotros se nos revela.

Desterrando toda actitud pesimista o fatalista, nos damos cuenta -especialmente con el último fenómeno natural acontecido en nuestra ciudad- cómo la vida puede cambiar en un instante y, al mismo tiempo, como nuestra poca fe puede conducirnos al caos y la desesperación. ¿Qué decir frente a este hecho? ¿Cómo asumir esta situación?

Si bien es cierto que fue un momento de tensión, donde sólo los que lo vivieron expresan, entre lágrimas y nerviosismo, un "¡gracias, Señor!", también es cierto que las manifestaciones de apoyo, generosidad y solidaridad no se hicieron esperar, y lo más importante de todo es que a pesar de ver tantas construcciones averiadas y prácticamente destruidas, no hubo pérdidas humanas. ¡Esto es un milagro de Dios!

Este acontecimiento no puede interpretarse como castigo o una manifestación de la ira de Dios; si así fuera, si el Señor tuviera cuenta de nuestros delitos, ¿quién podría salvarse? Por otro lado, nos queda la fuerza que una experiencia como esta deja en el corazón. Por increíble que suene, son los momentos más duros, las situaciones más difíciles las que nos hacen más fuertes. En medio de nuestra debilidad Dios manifiesta su poder.

ENCUENTRO DE PAZ

EL PAPA SE REUNIÓ CON MUSULMANES

Publicamos el discurso que dirigió Benedicto XVI el pasado lunes 25 de septiembre al recibir en la residencia pontificia de Castel Gandolfo a los exponentes de las comunidades musulmanas en Italia y a los embajadores de los países de mayoría islámica acreditados ante la Santa Sede. En el encuentro participó el cardenal Paul Poupard, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.

Señor cardenal,
señoras y señores embajadores,
queridos amigos musulmanes:

Con mucho gusto os doy la bienvenida en este encuentro que he deseado con el objetivo de consolidar los lazos de amistad y de solidaridad entre la Santa Sede y las comunidades musulmanas del mundo. Doy las gracias al señor cardenal Paul Popuard, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, por las palabras que me acaba de dirigir, así como a todos vosotros por haber respondido a mi invitación.

Las circunstancias que han suscitado nuestro encuentro son bien conocidas. Ya he tenido la oportunidad de hablar de ello en la semana pasada. En este contexto particular, quisiera hoy volver a expresar toda la estima y el profundo respeto que siento por los creyentes musulmanes, recordando las afirmaciones del Concilio Vaticano II que para la Iglesia católica constituyen la "Charta Magna" del diálogo islámico-cristiano: "La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia" (Declaración "Nostra Aetate", n.3)

Situándome con decisión en esta perspectiva, desde el inicio de mi pontificado he tenido la ocasión de manifestar mi deseo de seguir estableciendo puentes de amistad con los seguidores de todas las religiones, manifestando particularmente mi aprecio por el crecimiento del diálogo entre musulmanes y cristianos (Cf. Discurso a los representantes de las iglesias y comunidades cristianas y de otras religiones no cristianas, 25 de abril de 2005)

Como subrayé en Colonia, el año pasado, "el diálogo interreligioso e intercultural entre cristianos y musulmanes no puede reducirse a una opción temporánea. En efecto, es una necesidad vital, de la cual depende en gran parte nuestro futuro" (Discurso a los representantes de algunas comunidades musulmanas, 20 de agosto de 2005)

En un mundo caracterizado por el relativismo y que con demasiada frecuencia excluye la trascendencia de la universalidad de la razón, necesitamos imperativamente un auténtico diálogo entre las religiones y entre las culturas capaz de ayudarnos a superar juntos todas las tensiones, con un espíritu de colaboración fecunda.

Continuando la obra emprendida por mi predecesor, el Papa Juan Pablo II, deseo por tanto vivamente que las relaciones de confianza, que se han desarrollado entre cristianos y musulmanes desde hace numerosos años, no sólo continúen, sino que se desarrollen en un espíritu de diálogo sincero y respetuoso, fundado en un conocimiento recíproco cada vez más verdadero que, con alegría, reconoce los valores religiosos que tenemos en común y que, con lealtad, respeta las diferencias.

El diálogo interreligioso e intercultural es una necesidad para construir juntos el mundo de paz y de fraternidad ardientemente deseado por todos los hombres de buena voluntad. En este sentido, nuestros contemporáneos esperan de nosotros un testimonio elocuente para mostrar a todos el valor de la dimensión religiosa de la existencia.

Fieles a las enseñanzas de sus propias tradiciones religiosas, cristianos y musulmanes tienen que aprender a trabajar juntos, como ya sucede con diversas experiencias comunes, para evitar toda forma de intolerancia y oponerse a toda manifestación de violencia; y nosotros, autoridades religiosas y responsables políticos, tenemos que guiarles y alentarles en esta dirección. En efecto, "si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el Sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres" (Declaración "Nostra Aetate", n.3)

Por tanto, las lecciones del pasado tienen que ayudarnos a buscar caminos de reconciliación para vivir en el respeto de la identidad y de la libertad de cada quien, de cara a una colaboración fecunda al servicio de toda la humanidad. Como declaraba el Papa Juan Pablo II en su memorable discurso a los jóvenes en Casablanca (Marruecos), "el respeto y el diálogo exigen la reciprocidad en todos los campos, sobre todo en lo que afecta a las libertades fundamentales y más en particular a la libertad religiosa. Favorecen la paz y el entendimiento entre los pueblos" (n. 5)

Queridos amigos: estoy profundamente convencido de que, en la situación que hoy atraviesa el mundo, es un imperativo el que cristianos y musulmanes se comprometan juntos para afrontar los nuevos desafíos que se plantean a la humanidad, en particular, los que afectan a la defensa y a la promoción de la dignidad del ser humano, así como a los derechos que de ella se derivan. Cuando aumentan las amenazas contra el hombre y la paz, cristianos y musulmanes manifiestan su obediencia al Creador, que quiere que todos vivan con la dignidad que les ha otorgado, reconociendo el carácter central de la persona y trabajando con perseverancia para que su vida siempre sea respetada.

Queridos amigos: deseo de todo corazón que Dios misericordioso guíe nuestros pasos por los caminos de una comprensión recíproca cada vez más verdadera. En el momento en el que los musulmanes comienzan el itinerario espiritual de Ramadán, les hago llegar mis mejores deseos, esperando que el Todopoderoso les conceda una vida serena y tranquila. ¡Que el Dios de la paz os llene con la abundancia de sus bendiciones, al igual que a las comunidades que vosotros representáis!

LA GRACIA DE SER PRESBITERO

LA VOCACION A UN AMOR ABSOLUTO

El presbiterado, o el sacerdocio como lo conoce la gran mayoría de personas, es un tema que por estos días ocupa nuevamente nuestra atención. Los acontecimientos recientes, los que nos llenan de gozo y los que son motivo de inevitable preocupación, nos han llevado a dirigir nuevamente nuestra "mirada" hacia este don maravilloso del Señor para su Iglesia.

Entre lo que nos llena de alegría está la ordenación de tres nuevos diáconos para la Arquidiócesis de Barranquilla, la exitosa culminación de la Segunda Semana Vocacional y el "sí" entusiasta de muchos jóvenes que hoy se han atrevido a iniciar un serio proceso de discernimiento vocacional, con miras a descubrir su verdadera vocación al interior de la Iglesia, ya sea como presbíteros, como religiosas o bien como casados.

Entre lo lamentable, el caso de un presbítero -que por motivaciones no tan claras- interpuso una demanda contra la Arquidiócesis de Cartagena, exigiendo el pago de prestaciones sociales por sus años de servicio pastoral.

Emitir un juicio al respecto no es la finalidad de este artículo, pues juzgar y no tener caridad, son una misma actitud. No obstante, un caso como este no deja de cuestionarnos, pues evidencia las serias ambigüedades que sobre la esencia y la misión del sacerdocio tenemos, no sólo como católicos, también como miembros de una sociedad que cada día valora menos el don del presbiterado. Sólo basta que nos detengamos en las reacciones de quienes leyeron o escucharon sobre la noticia, para que podamos tener una idea de esto.

LA IGNORANCIA ES...
En su página web, el periódico El Tiempo ofrece a sus lectores la posibilidad de expresar su opinión ante las noticias y acontecimientos que se registran en el país. La noticia del presbítero de Cartagena no fue la excepción. Cuando se lee lo que la gente opinó al respecto, las ambigüedades que mencionábamos se aprecian con toda claridad. El 100 por ciento de los comentarios fueron en contra de la Iglesia. Pero, particularmente uno, tocó el asunto de la injusticia social y la "inseguridad laboral" de la vida sacerdotal. En pocas palabras, el lector al que nos referimos, afirmaba que es incoherente el hecho de que la Iglesia cuestione las situaciones de injusticia social en el mundo, si ella misma no asume, dentro de sí, lo que predica.

Con semejante "argumento", más de una inquietud se nos plantea. ¿Se puede entender el sacerdocio como un oficio o profesión? ¿Se puede aplicar la legislación laboral, contenida en el Código Sustantivo de Trabajo, a una realidad que trasciende lo laboral? Para quienes opinaron en la página de El Tiempo: sí. Tal parece que existe una fuerte tendencia a desmembrar el presbiterado de su dimensión teológica, para reducirlo a una profesión como cualquier otra.

En lo que se refiere a la seguridad social de los ministros ordenados, el Arzobispo de Cartagena, Monseñor Jorge Enrique Jiménez, en su comunicado oficial señaló: "La Iglesia provee a nuestro sustento y a nuestra seguridad social de diversas maneras, en particular con las ofrendas que dan nuestros fieles con este fin. En la gran mayoría de nuestras parroquias estos recursos son limitados y, por lo tanto, pasamos por las mismas necesidades que atraviesa la gran mayoría de los colombianos. En todo caso, la Iglesia nunca desampara ni abandona a sus ministros y servidores, como obligación de caridad cristiana y deber de Derecho Canónico".

CONFUSIÓN
Es un hecho. Al interior de la sociedad en que vivimos existe una profunda confusión sobre el papel del presbítero, su misión y la esencia de su vocación. Dentro y fuera de la Iglesia, cristianos o no, aún no hemos descubierto el sentido profundo de este ministerio.

Vivimos en una sociedad que ha perdido el sentido de lo sagrado, y esta desacralización ha terminado por amenazar lo único que hace posible nuestra experiencia de Dios: la fe. Cuando una sociedad abre de par en par sus puertas a la secularización, lo que sigue inevitablemente es la perdida progresiva de la fe; y sin fe nada en la Iglesia puede entenderse ni asumirse. Sin fe no se acepta el celibato, la pobreza, la obediencia y, mucho menos, el carácter sagrado del sacerdocio.

Sobre este carácter sagrado, lo primero que se debe considerar es que el sacerdote ha sido llamado a participar, de un modo especial, del sacerdocio único de Cristo, no como quien simplemente coopera con Él o le asiste externamente, sino como Cristo mismo. En repetidas ocasiones el magisterio de la Iglesia ha abordado ampliamente esta cuestión. Un presbítero, en el ejercicio de su sacerdocio, no es un "ayudante de Cristo" ni un simple "obrero de Cristo", es Cristo mismo. En la persona del sacerdote Cristo realiza su obra de salvación.

Ya el Papa Juan Pablo II lo afirmaba en su Exhortación Apostólica Postsinodal Pastores Dabo Vobis: "Los presbíteros son, en la Iglesia y para la Iglesia, una representación sacramental de Jesucristo Cabeza y Pastor, proclaman con autoridad su palabra, renuevan sus gestos de perdón, de ofrecimiento de la salvación, principalmente con el Bautismo, la Penitencia y la Eucaristía. En una palabra, los presbíteros existen y actúan para el anuncio del Evangelio al mundo y para la edificación de la Iglesia, personificando a Cristo, Cabeza y Pastor, y en su nombre". (Pastores Dabo Vobis No. 15)

SÓLO DESDE LA FE
Quien quiera entender el presbiterado, y en general el misterio de la Iglesia, desde una óptica meramente humana, no podrá conocer jamás su sentido y riqueza.

El presbiterado no es un oficio, no es una profesión y mucho menos un trabajo común sujeto a remuneraciones y garantías. Esto podría sonar injusto, pero lo cierto es que, cuando un hombre ha sido llamado a participar del sacerdocio único de Jesucristo, su vida se convierte en una prolongación de la vida de Aquel que lo ha llamado. Sería absurdo -sino una locura- igualar o equiparar este misterio con un mero ejercicio profesional.

Esta es quizás una de las más impresionantes paradojas del cristianismo: un hombre como tantos otros, especial por un llamado particular que Dios le hace, pero igual a todos los demás, con la misma fragilidad, los mismos sentimientos y pecados, comunes a la naturaleza humana, entra a participar del misterio de la presencia sacramental de Cristo, convirtiéndose el mismo en un sacramento de esta presencia mistérica en el "hoy de nuestra salvación". En efecto, si ser cristiano es ser otro Cristo, como lo afirmaba San Pablo, ser presbítero no es sólo ser otro Cristo, sino ser Cristo mismo.

Al respecto, el Papa Benedicto XVI afirmaba -refiriéndose a los que como él participan del sacerdocio de Cristo- que "El misterio del sacerdocio de la Iglesia radica en el hecho de que nosotros, seres humanos miserables, en virtud del Sacramento podemos hablar con su "yo": in persona Christi. Jesucristo quiere ejercer su sacerdocio por medio de nosotros". Recordando al sacerdote Andrea Santoro, un presbítero asesinado, el Papa añadió: "Quisiera concluir esta homilía con unas palabras de don Andrea Santoro, el sacerdote de la diócesis de Roma que fue asesinado en Trebisonda mientras oraba; el cardenal Cè nos las refirió durante los ejercicios espirituales. Son las siguientes: "Estoy aquí para vivir entre esta gente y permitir que Jesús lo haga prestándole mi carne... Sólo seremos capaces de ser instrumentos de salvación, en la medida en que, ofreciendo nuestra propia carne, carguemos con el mal del mundo y compartamos el dolor de los que sufren, absorbiéndolo en nuestra propia carne hasta el fondo, como lo hizo Jesús". (Homilía del Jueves Santo)

Ahora bien, por su ministerio, el presbítero también está llamado a compartir el sufrimiento del mundo, y esto no quiere decir que esté desprotegido o sea explotado por una "jerarquía injusta". Muchos sacerdotes deben ejercer su misión en zonas particularmente peligrosas, en territorios distantes, bajo lluvia o sol desplazarse a donde la evangelización lo requiera, arriesgar su vida, ser perseguidos, calumniados, despreciados e incluso morir lejos de los que aman. Ninguna profesión u oficio -por altruista que sea- ve en estos sufrimientos una gracia, un don maravilloso. Sin embargo, para un sacerdote de Cristo, esto que escandaliza al mundo, es consecuencia de una elección de amor, una dolorosa consecuencia de la que no huye sino que la abraza, pues en ella está la cruz de su Señor.

Los presbíteros, siendo hombres normales, con sueños y deseos de realización como cualquier persona, recibieron del Señor la invitación a recorrer un camino en contra vía con el mundo; por eso, si de verdad fueron llamados, en el sufrimiento lo único que verán será su anhelada configuración con Cristo; en los desprecios encontrarán su alegría; en la pobreza, su riqueza; en su cansancio, la fuerza; y en la muerte su resurrección.

Puede sonar espiritualista, pero el sacerdocio, si se asume con fidelidad y generosidad, es una "antiprofesión". Para un profesional el camino es ascendente, cada vez más cerca de la realización personal, el éxito, el reconocimiento... Para el sacerdote, en cambio, es descendente. Cada día de fidelidad a su Señor y a sus hermanos es un morir, un ser menos él y más Cristo, de modo que en un punto del descenso ya no exista división, y sea sólo Cristo quien predica, bautiza, salva, preside...

PARROQUIAS: AYER Y HOY DE LA FE

PARROQUIA SANTA TERESITA DEL NIÑO JESUS

El sueño y el esfuerzo de todos

Por JULIO GIRALDO
Periodista

La ciudad de Barranquilla lentamente se ha ido extendiendo hacía el norte, buscando siempre las cercanías del mar. Años atrás, los terrenos en donde hoy existe la urbanización Villa Santos pertenecían a Cementos del Caribe; eran terrenos enmontados, llenos de piedra caliza, material propio para la fabricación del cemento, había además una gran hacienda llamada "Villa Santos".

Corrieron los años y los terrenos fueron ampliamente explotados por Cementos del Caribe; cuando ya toda la piedra caliza se terminó, la empresa optó por venderlos aprovechando que para la época, hablamos del año 1977, ya se pensaba en urbanizaciones desde la 96 hasta Puerto Colombia. Surgió entonces la idea de una gran urbanización con todos los servicios públicos, amplias avenidas, lujosas casas y conjuntos residenciales. Monseñor Víctor Tamayo, a quien le debemos la construcción de no menos de 25 iglesias en Barranquilla, al tener conocimiento de la nueva urbanización Villa Santos, se presentó a Cementos del Caribe -y con su característico estilo convincente para solicitar terrenos, ayudas económicas y todo lo demás- en muy poco tiempo consiguió que la empresa le donara el terreno para la construcción de una iglesia.

La nueva urbanización comenzó a ser realidad y lentamente se fue poblando el sector. Pasaron aproximadamente unos 10 años para que se concretara de forma definitiva la construcción de la iglesia, que en un principio se pensó sólo sería una pequeña capilla, pero al notarse el crecimiento de la urbanización y la importancia que adquiría el sector, se pensó entonces en grande. No podía ser una capillita, debería ser un hermoso templo. Este anhelo de la comunidad que ya venía dando pasos en firme, se hace realidad cuando Monseñor Félix María Torres Parra, en el año 1997, nombra al padre Gabriel Héctor Muñoz Bolívar para que se encargue de liderar la construcción de la nueva iglesia y de la atención pastoral de la naciente comunidad.

De inmediato el padre Luís Eduardo Gómez se presentó en la casa de la familia Palacio llevando al padre Muñoz, y con credenciales de párroco lo presenta a la comunidad. La casa de la familia Palacio era el centro de actividades en donde se había gestado la idea de tener un templo en su urbanización, se habían realizado algunas reuniones y se habían dado también pasos muy en firme para el proyecto; era esta casa, entonces, considerada como la casa cural provisional.

El padre Muñoz, que tenía una gran experiencia pastoral en inicios de comunidades, asume su nuevo cargo. Va de casa en casa, de apartamento en apartamento, habla con todo el mundo, escucha, propone y nombra la primera junta, que sería la que en adelante trabajaría sin descansó hasta conseguir el objetivo. La junta la integraron las siguientes personas: Napoleón Ricardo, Dagoberto Carvajal y su esposa, Omar Domínguez y su esposa, Álvaro Rodríguez y su esposa, Henry Yudis, Magali Pinilla, Enrique Barros, Elida Castro, Alicia de Barros, Arturo Aparicio, Alicia Gutiérrez, Fernando Bedoya y su esposa, Elizabeth Salazar, Aníbal Janna y su esposa, Juan Fernández y su esposa, Henry Forero, Enrique Palacio y su esposa. Más delante otras personas se unen al proyecto y comienzan su trabajo: rifas, bingos, bazares, eventos sociales; arquitectos que hacen los planos, ejecutivos que hacen gestiones, todos se mueven, el proyecto es grande. Mientras esto ocurre, el padre Muñoz se toma el parque el triangulo en la calle 98 y allí improvisa, debajo de los árboles, un lugar en donde celebrar la eucaristía y fiestas especiales de Navidad, Semana Santa y la Fiesta Patronal. Así, lentamente, pero con pasos firmes, avanza la construcción de la iglesia y la casa cural.

Pero los caminos de Dios no son los caminos de los hombres, unos siembran y otros recogen. Cuando más entusiasmado estaba el padre Muñoz viendo avanzar la obra, muere repentinamente causando un vacío y un hondo dolor entre los moradores de Villa Santos que impotentes ven partir hacía la Casa del Padre a su guía espiritual. Viene a sucederlo el padre Arturo Barros, quien con mucho entusiasmo continúa la obra de su antecesor para años más adelante entregar la parroquia a Monseñor Carlos Arturo Rocha Blanco, quien en la actualidad trabaja pastoralmente con los grupos de la parroquia tratando por todos los medios de motivar a la gente en su seguimiento a Dios, su amor a la Iglesia, su sentido de comunidad y animándolos para que muy pronto se pueda terminar las obras que faltan en el templo y en la casa cural.

Con sólo unos meses como párroco de esta unidad pastoral, Monseñor Rocha, silenciosamente, consiguió un donante muy generoso que ni siquiera quiso que su nombre fuera conocido por la comunidad. Éste donante hizo posible el piso en piedra granito y mármol de toda la iglesia incluyendo su altar mayor, obra que será inaugurada solemnemente este 1 de octubre, día patronal de Santa Teresita del Niño Jesús.

ORANDO EN LA URBE

¿CAMINAR EN EL ESPIRITU?

"Ven Espíritu Santo, somos tierra reseca, garganta sedienta, estepa y glaciar, soledad y mudez. Sólo Tú puedes transformarnos, convertirnos.... Artesano de lo humilde, teje con nuestra pobreza las redes de la Iglesia, pinta el rostro de Cristo en la comunidad. Agua viva, has que despierten las semillas del Verbo escondidas en el mundo. Fuego sagrado, despierta en nosotros el ardor de la entrega, haz de nuestra vida ofrenda permanente. Como antes, más que antes... ¡te invocamos!" (Eduardo Mangiarotti)

Por RÓGER VARGAS CHOLES
Asistente de Redacción Kairós
rogervch@yahoo.com
www.miroforas.podomatic.com

Hace algunos años escuché en una predicación algo que sólo pude entender después de mucho tiempo: "el Cristianismo es un eterno comenzar de nuevo". En apariencia la frase no tiene mayor profundidad, por lo que una segunda -incluso una tercera lectura- es necesaria para descubrir lo que ella encierra.

Frecuentemente, cuando se inicia nuestro caminar de fe, tenemos la equivocada percepción de que el sufrimiento, la tentación y el dolor no tocarán de nuevo nuestra puerta. No sé por qué razón, pero terminamos por ver nuestra experiencia de fe como un fin, y no como un comienzo; como una meta y no un camino.

Esta experiencia de fe a la que me refiero, no es la simple "vivencia rutinaria" de unos ritos dominicales o de una piedad descristianizada (por increíble que suene), sino la celebración constante, consciente y coherente de los misterios salvíficos que nos han obtenido la Vida de Gracia: la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo el Señor.

En algún momento de nuestra vida todos hemos iniciado un camino de fe que tuvo como punto de partida un encuentro personal con Cristo. La fe, en su parte inicial, es personal; nadie puede creer y mucho menos vivir la fe por otra persona; por esa razón -para que cada hombre y mujer puedan responder a ese Dios que se les revela en la historia, en los acontecimientos y, particularmente, en la Iglesia- es indispensable que experimenten en sus vidas la presencia de un Dios real, cercano y liberador; un Dios que les ha amado hasta el extremo en la persona de su Hijo Jesucristo.

LOS COMIENZOS
Cuando el Pueblo de Israel salió de Egipto, experimentó -por primera vez en muchos años- el gozo de la libertad; no obstante, su peregrinación de fe estaba aún muy lejos de su plenitud. Salir de Egipto, más que el final de un camino era el inicio de uno nuevo, uno más exigente y difícil. Un camino en el que sólo podían perseverar si tenían un corazón fiel.

De un modo muy similar, también nuestra vida espiritual tiende a veces a revestirse de un triunfalismo y una falsa confianza que nos lleva a descuidar nuestros pasos. Olvidamos que la conversión es diaria; que "vencer la tentación hoy" no garantiza la fidelidad mañana. Perdemos de vista nuestra fragilidad y nuestra absoluta necesidad de Dios.

No es exagerado afirmar que el Cristianismo es la "fe" del "hoy", del eterno presente. Y desde esta fe cada día de lucha es nuevo, cada eucaristía se celebra como única e irrepetible en el tiempo, como lo dijera Juan Pablo II en una de sus catequesis sobre la Eucaristía, cada celebración de este sacramento trasciende las limitaciones espaciales y temporales, de modo que lo celebrado sucede en nuestro hoy como si nunca antes se hubiese celebrado. En ese perenne "hoy" somos redimidos, restaurados cada día.

Esto supone una apertura diaria a la gracia. Cada día nuestro corazón debe renovar su "sí" a la acción del Espíritu Santo en nuestras almas. Desde lo profundo este Espíritu nos conduce a una comunión cada vez más fuerte con Cristo, nos configura cada día más a Él.

Precisamente, la oración que acompaña el título de este artículo nos habla de esta acción del Espíritu en nuestras almas; fue compuesta por Eduardo Mangiarotti, un diácono de la Diócesis de San Isidro, en Argentina. La frase con la que termina "como antes, más que antes... ¡te invocamos!", es más que incisiva, es casi un grito de auxilio en un tiempo que todo tiende a absorbernos y disiparnos.

Escuché alguna vez que vivir una espiritualidad al interior de la Iglesia, no es otra cosa que dejarse conducir por el Espíritu. ¿Por qué no iniciar ahora este camino? Este Espíritu no sólo nos guiará a la verdad completa, también nos permitirá permanecer fieles a ella.

NO ES FACIL SER CATOLICO

Por José Lama
Agente Extraordinario para la Comunión
Unidad Pastoral Espíritu Santo

En un mundo como en el que vivimos, sacudido por diferentes crisis, entre ellas, la más peligrosa, la pérdida del sentido de la vida, ¿cuántos seres humanos han perdido el verdadero sentido de su existencia y creen encontrar la respuesta en la droga, en el consumismo, el alcohol, o en el abuso de la sexualidad y el erotismo? Buscan la felicidad, pero el resultado es siempre una profunda tristeza, un vacío del corazón y muchas veces la desesperación.

¿Cómo vivir la propia vida para no perderla? ¿Sobre qué fundamento edificar el propio proyecto de existencia? Yo creo que a veces nos complicamos la vida innecesariamente y, por otro lado, no tenemos la fuerza necesaria para seguir lo que verdaderamente nos edifica. Estamos muy mal acostumbrados a un mundo en el que se quiere todo fácil, rápido, sin dolor, sin esfuerzo.

Ser católico hoy, no es fácil. No está de moda. No es fácil darse cuenta de que los hijos son un don de Dios. No está de moda el sacrificarse por amor a los demás. Vivimos una época de feroz individualismo. Todo es yo, y al final, ese "yo" se queda solo.

Lo que está de moda es practicar meditación trascendental, el yoga, etc. Estamos en la época de lo Light y la vida sin sacrificio. Lo cierto es que estamos en un mundo que tiene mucha sed y hambre de verdad, con enormes vacíos.

Nuestros problemas no van a desaparecer por el hecho de ir a misa o por confesarnos o por comulgar. Estos seguirán ahí, pero el corazón de nuestra fe está en la resurrección de Jesucristo, el hijo de Dios que se hizo hombre, al que crucificaron por nuestro pecado pero que resucitó. Él nos enseñó que todas nuestras penas, ansiedades y dolores tienen un significado, más que un "por qué" tienen un "para qué".

Para los que somos católicos, los problemas, el dolor, la enfermedad, son una oportunidad de seguir a Jesucristo en su cruz. Lo que a veces olvidamos es que la cruz tiene un sentido sacrificial, pero siempre ante la perspectiva de la resurrección. Esta certeza nos dará la fuerza interior para poder afrontar esos problemas con una actitud diferente. Es la gracia de Dios la que los hace distintos. Los sacramentos nos dan la fuerza de Dios para que aún en nuestra imposibilidad seamos capaces de lograr grandes cosas, a pesar de las dificultades.

Jesucristo no necesita estar de moda. Él es el mismo ayer, hoy y siempre. Él es la respuesta de Dios a nuestra búsqueda, a nuestras angustias.

Este es un tiempo de decisión. Esta es la ocasión para aceptar a Jesucristo. Sin fanatismos, pero sí teniendo el deseo sincero de acercarse a Jesucristo para aceptar su amistad y su amor, aceptar la verdad de su palabra y creer en sus promesas; reconocer que sólo de Él viene la verdadera felicidad, y que Él es el único que nos puede guiar finalmente hacia la vida eterna.

ROSTROS DE LA MISIÓN

LO QUE ME GUSTA DE LA IGLESIA

Septiembre ha terminado, para la Arquidiócesis de Barranquilla, con mucho que agradecer al Señor. Y entre todo eso por lo que hoy hay que decir gracias, sin duda está la respuesta positiva de tantos jóvenes de nuestro departamento a la invitación de descubrir la vocación a la que Dios les ha llamado.

Jóvenes normales, con sueños, con proyectos... han dicho sí al Señor, y se han puesto en camino hacia la realización del proyecto que Dios tiene para cada uno de ellos. Nuestro invitado en esta oportunidad es uno de esos jóvenes.

Sergio Luis Becerra Martínez pertenece a la Unidad Pastoral Jesús Nazareno y actualmente hace parte de los círculos vocacionales, una experiencia de discernimiento previa al ingreso al seminario, en la que el candidato descubre, con la ayuda de la Iglesia, su vocación.

Para Sergio, que inició su proceso vocacional desde la experiencia del Seminario Menor Parroquial, su parroquia se ha convertido en el centro de su vida, en ella ha descubierto el rostro de un Dios joven, alegre, que desea la felicidad de sus hijos. Al respecto Sergio afirma: "Cuando se está dentro de la Iglesia descubrimos un rostro muy diferente de Dios y de mi Iglesia. Uno no viene a la Iglesia sólo a rezar, sino a encontrarse con Dios que quiere ser mi amigo, caminar conmigo, sostenerme."

Y añade: "Los jóvenes, a veces, nos creemos autosuficientes; creemos que no necesitamos de nadie, incluso Dios. Pero eso es una ilusión, siempre tenemos necesidades, siempre hay un vacío que no se llena con nada, sólo Dios lo hace sentir a uno pleno."

Sergio continúa con su proceso vocacional en la Vicaría de San José y sigue participando activamente de la pastoral en su parroquia.

AL RESCATE DE NUESTRAS TRADICIONES

ENCUENTRO DE LOS ANGELITOS POR LA PAZ

Como en años anteriores, el mes de octubre estará especialmente lleno de actividades promovidas por la Pastoral Infantil que sensibilizarán el gran "Encuentro de los Angelitos por la Paz", programado para el 6 de noviembre.

Por ÁLVARO CERTAIN
Miembro de la Comisión Arquidiocesana Infantil

Por ser octubre el mes de los niños, servirá de plataforma para continuar promoviendo el rescate de la tradición del "Día de los Angelitos", campaña que ha venido liderando la Arquidiócesis de Barranquilla con el apoyo de las oficinas de las primeras damas del distrito, los municipios y el departamento.

Sabemos que la fiesta de los angelitos no hace parte del calendario católico. Se trata de una tradición popular que, más que religiosa, es cultural. La celebración oficial del primero de noviembre es la de "todos los santos". Pero, dado que la esencia de esta costumbre de los angelitos promueve valores que propenden por el bien y por la cultura de la vida, pensamos que ambas fiestas -la cultural y la religiosa- pueden llevarse a cabo juntas como se hizo en otras épocas, sin ningún problema, tal como lo plantea el sacerdote Efraín Aldana en su escrito aparecido hace dos años en el diario cartagenero El Universal: "La asociación del día de todos los santos con los 'ángeles somos' realizados por los niños, tiene ese encanto de lo espontáneo, transparente, cargado de inocencia y alegría, en medio de la búsqueda de una solidaridad festiva. Es también un signo de la expresión cultural más nuestra, que no se deja arrastrar por lo esotérico, por la imposición de gastos impuestos por el consumismo. El 31 de octubre siempre vemos las grandes boutiques, abarrotadas de brujas, máscaras diabólicas, telarañas y demás sombrías decoraciones que evocan un aquelarre, como danza del capitalismo infame, sucio de competencia."

EL RESCATE CONTINÚA
Este año la Arquidiócesis de Barranquilla, a través de su comisión infantil arquidiocesana, continúa promoviendo el rescate de la tradición de la fiesta de los angelitos, como un espacio propicio para que los niños y las niñas, junto con sus padres, se sensibilicen ante la importancia de mantener las tradiciones autóctonas y defender todo aquello que inspire lo bueno, lo bello, lo sano... la vida.

Luego de una serie de actividades preparatorias, se realizará el lunes festivo 6 de noviembre, desde las 2:30 de la tarde, en el atrio de nuestra Catedral Metropolitana, el gran "Encuentro de los Angelitos por la Paz", en el que se dará gracias a Dios por los niños del Atlántico, Colombia y el mundo, y se presentará una variada programación artística infantil".

EL RINCON DE PABLITO

Nuestros Ángeles siempre están con nosotros

Hola amiguitos, en el Kairós pasado empezamos a hablar de nuestros amigos los ángeles. En estos días -el 2 de octubre- se estará celebrando su gran fiesta.

Cuando yo era más pequeño no sabia como rezar, y mi Papá me dijo que cuando hablamos con Jesús, nunca estamos solos. Nuestros amigos los ángeles nos acompañan, y me dijo también algo que me alegró mucho: ¡Ellos nos enseñan a rezar!

En cada uno de nuestros corazones, nuestros ángeles nos dicen como hablarle a Jesús. Ya lo sabes, pídele a tus ángeles de la guarda que te enseñen a hablar con Jesús.

El 6 de noviembre celebraremos el "Día de los Angelitos"

Recuerda que el lunes festivo 6 en noviembre, los niños y las niñas del Atlántico tendremos nuestra gran fiesta de angelitos. El punto de encuentro será el atrio de nuestra Catedral Metropolitana, a partir de las 2:30 de la tarde.

La Comisión Infantil Arquidiocesana se ha tomado muy en serio esta celebración y cuentan que está preparando algo maravilloso para todos nosotros.

Guillo, el monaguillo
¡La Liturgia es una fiesta!

¿Recuerdan que en el Kairós pasado aprendíamos que la Liturgia era la celebración del Misterio de Cristo? En esta edición seguiré hablando otro poquito de este tema tan importante.

Empecemos con una pequeña pregunta: ¿Sabes cómo celebramos ese "Misterio"? Las personas comunicamos la alegría que experimentamos cuando recordamos algún acontecimiento importante o cuando algo maravilloso nos sucede y, por lo general, lo celebramos con una fiesta.

En la Iglesia también celebramos fiestas, fiestas que son verdaderos memoriales, lo que quiere decir que recuerdan un acontecimiento del pasado que se hace presente y nos compromete con lo que podemos hacer por su realización definitiva.

Por ejemplo, en la Eucaristía, no sólo recordamos la Cena de Jesús, sino que expresamos su realización en medio de nosotros, nos comprometemos a vivir como hermanos y esperamos poder participar en la Cena del Reino de Dios, al final de la vida.

La comunidad cristiana tiene muchos motivos para celebrar fiestas: El inmenso amor de Dios, la entrega de su Hijo Jesús hasta la muerte y su resurrección. ¡Cómo no celebrar esto!

Todo esto lo celebramos a través de los sacramentos, signos y símbolos (agua, luz, etc.), cantos, oraciones, adornos en el templo, con colores y vestidos especiales.

Ya saben amiguitos, es hora de vivir mejor las fiestas de la Iglesia!